Ingeniería neuromórfica, ¿qué es eso?
¿Nunca habías oído hablar de la ingeniería neuromórfica? Lo cierto es que es muy probable, y es que aunque esta disciplina no es reciente (tiene más de tres décadas), es bastante poco conocida fuera del ámbito académico y de investigación.
Se piensa que el inventor fue Carver Mead, ingeniero eléctrico estadounidense a finales de los años 60. Esta tecnología surgió a partir de imitar el comportamiento del sistema nervioso de los animales.
Hace más de medio siglo, este avanzado a su tiempo tuvo la capacidad de intuir que los ordenadores podrían en algún momento inspirarse en el cerebro humano para desarrollar las capacidades de los algoritmos informáticos.
A partir de esta idea, con el tiempo surgieron grupos de investigación, haciendo que incluso algunas empresas pusieran en marcha diferentes proyectos de ingeniería neuromórfica.
¿Qué es la ingeniería neuromórfica?
La ingeniería neuromórfica o también llamada “computación neuromórfica” es una tecnología que se inspira en la manera en la que la naturaleza resuelve los diferentes problemas.
Y es que aunque muchas veces para nosotros pase desapercibida, muchas cosas de nuestra vida cotidiana están inspirados en la naturaleza, entre otros, la forma de algunos trenes de alta velocidad está inspirada en el martín pescador.
Lo cierto es que son tantas las novedades tecnológicas que se han conseguido siguiendo esta línea de pensamiento que ha surgido toda una disciplina que se llama “biomimética”. Esta ciencia se encarga de tomar como referencia la forma en la que la propia naturaleza ha resuelto diferentes problemáticas a lo largo de los años.
Lo cierto es que la ingeniería neuromórfica es una de las más complejas, convirtiéndose además en los últimos años en una materia interdisciplinar que combina:
- Física.
- Microelectrónica.
- Biología.
- Matemáticas.
- Informática.
Gracias a estos avances tecnológicos se vieron similitudes entre el comportamiento de los transistores y la forma en la que las neuronas se comunican entre sí mediante impulsos eléctricos. Y de ahí surgió la idea de diseñar un tipo de arquitectura híbrida que combina componentes digitales y analógicos. Es decir, se planteó la forma de construir un cerebro electrónico artificial que pudiese procesar información de forma similar a la forma en la que lo hace un cerebro orgánico.
No obstante cabe decir que en la actualidad, todavía no se ha conseguido crear un sistema neuromórfico que iguale al cerebro humano (se han conseguido igualar la capacidad del cerebro de pequeños mamíferos).

Para qué sirve la computación neuromórfica
Los chips neuromórficos de la actualidad, son capaces de incorporar decenas de miles de neuronas artificiales. Haciendo que además sean capaces de comunicarse entre sí de forma similar a como lo hacen las neuronas.
La forma de procesar la información de los chips neuromórficos es totalmente diferente a la que utilizan los ordenadores, teléfonos móviles, tablets, etc. Lo cierto es que el potencial de este tipo de sistemas está en su capacidad para resolver problemas de forma mucho más ágil que un ordenador convencional. ¿Cómo? Imitando la forma que usa el cerebro para resolver problemas.
Actualmente, los sistemas neuromórficos se usan principalmente para la investigación, ya que consiguen resolver problemas hasta mil veces más rápido que un microprocesador clásico y además usando hasta diez mil veces menos energía. Las cifras impactan, ¿verdad? No obstante, pese a estos buenos resultados, la computación neuromórfica no es la mejor solución para todos los problemas.
Una de las tecnologías que está teniendo una mayor influencia en la computación neuromórfica es la inteligencia artificial. Actualmente, se están diseñando algoritmos capaces de procesar en tiempo real datos que no tienen estructura, y que además tienen una gran cantidad de ruido. De esta manera, la ingeniería neuromórfica se puede aplicar perfectamente a: problemas de optimización, aprendizaje automático, reconocimiento de patrones, satisfacción de limitaciones, entre otras muchas cosas.